El «mantra» de los equipos de trabajo
Hace años comencé a estudiar y profundizar en el área de los Recursos Humanos. de una forma muy romántica e idealista. Además, venía enamorado de Carl Rogers y de Maslow, con sus consideraciones sobre la natutraleza del ser humano de búsqueda del crecimiento personal, de la realización personal y un millón de cosas más.
Siempre fui demasiado idealista. Y al decir «demasiado» lo digo con conocimiento de causa. Para muestra sirva un botón: me parecía maravilloso (y lo veía real) el momento en West Side Story en el que Tony conoce a Maria, se miran, surge el flechazo, por supuesto, la visión «túnel» en el que no ve nada alrededor y se ponen a bailar acompasadamente sin haber ensayado nunca. Me tragué esa historia sin pasarla por ningún tipo de filtro mental, como algo no solo posible sino muy frecuente. No fue hasta años despues que sentí que esa escena estaba idealizada y que las cosas no suelen ocurrir asi.
Con los Recursos Humanos me pasaba lo mismo. Hoy, por supuesto sigo creyendo en la condición humana e incluso me atrevo a pensar que el ser humano es bueno por tanuraleza, pero he puesto en cuarentena muchos de los mantras que antes me tragaba sin masticar. Llámalo «madurez», «despertar» o «toque de realidad» pero hay conceptos que considero que idealizamos automáticamente o que mantenemos en un plano mental, digamos «fantástico» sin contrastarlo con la realidad.
Y uno de esos conceptos es la aparente e indudable bonanza de los equipos de trabajo. En próximos articulos iré rebajando las expecativas sobre este término. Sigo creyendo en él pero con ciertos matices y precisiones.
En este artículo de hoy querria hablar sobre uno de los efectos nocivos o al menos una desventaja del trabajar en equipo: el pensamiento grupal, que viene a caracterizar básicamente el proceso por el cual el equipo (o grupo) se va «comiendo» la iniciativa y la creatividad individual.
EL EXPERIMENTO DE ASCH
Este pensamiento grupal encuentra su explicacion en parte en la necesidad de acomodacion del ser humano al grupo y en el consiguiente miedo a ser rechazado. Un ejemplo lo encontramos en a disciplina de voto de un partido político. Los miembros del no son libres de votar lo que quieran sino lo que haya establecido el partido previamente. No hacerlo así tiene serias consecuencias y entre ellas la expulsión del partildo.
Solomon Asch fue pionero en el estudio de ete efecto y lo representó a través del test de las tres rayas, del que te adjunto un vídeo. Se trataba de identificar cuál de tres rayas propuetas (pequeña, mediana y grande) se equiparaba con la raya estímulo.
Aunque la solución era evidente, Asch fue capaz de manipular la respuesta dada por un sujeto experimento para acomodarla a la del resto de sujetos (que estaban todos «compinchados» con el investigador). De este modo, daba una respuesta incorrecta (a sabiendas) para conseguir acomdarse en el grupo.
Este efecto pensamiento grupal no es infrecuente. Muchas veces cedemos en el día a día a la «presión» de los demás, por ejemplo, si no quieres casarte por la iglesia pero la famila de tu pareja es muy religiosa, o en tu grupo de amigos no quieres ir a un determinado sitio pero cedes por no crear polémica.
El problema puede surgir cuando te ves obligado a ceder en tus líneas rojas, en aspectos que son importantes para ti, incluso vitales Por ejemplo, eres profundamente contrario a la iglesia o la religión y la famlia de la pareja «presiona» para hacerlo por la iglesia. igual puede pasar con la decisión de no tener hijos y la presión del entorno para dejar descendencia.
Es en este ámbito, el de las líneas rojas, en el que te puedes hacer un daño considerable a tu autoestima. Que tu necesidad de agradar sea mayor que la de vivir con tus principios puede ser preocupante.
A fecha de hoy, para mí sigue siendo más importante que todo dormir bien, y actuar conforme a tus creencias y valores. Que no te desvele de madrugada la duda de si estás actuando de forma congruente o no. Que los demás no te permitan vivir como quieres. Creo que ahi reside gran parte de la felicidad.
Tambien es cierto, podria argumetnar alguien, que también los valores evolucionan, cambian , se matizan o se actualizan con el tiempo.
Te dejo un enlace al célebre experimento y espero tus comentarios al respecto.
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