Se trata de la pregunta que nos pone en alerta, equivalente en cierta forma al tradicional «Tenemos que hablar». Sin embargo, bien entendida esta pregunta y formulada por la persona que tiene la firme decisión de resolver un problema o crear una determinada realidad puede ser una auténtica herramienta de salvación
El poder de las preguntas
La principal herramienta de un coach es la pregunta. Se trata de un recurso que genera un efecto inmediato en nosotros ya que dirige la atención de nuestro cerebro en búsqueda de la respuesta. Así, si preguntamos sobre el pasado o sobre el futuro estaremos llevando la atención a un determinado punto u otro de la historia de nuestro interlocutor. Y donde ponemos la atención ponemos el foco, y por tanto, nos ponemos nosotros.
Aunque parezca trivial decirlo, por respeto al otro deberíamos de tener cuidado con lo que preguntamos ya que una pregunta te lleva de un sitio a otro.
No imagino un proceso de coaching sin la competencia de hacer preguntas «eficaces» o «poderosas». El coach debe ser un maestro formulándolas. Herramientas como el Metamodelo, aportado por Bandler y Grinder a través de la Programación Neurolingüística (PNL), son el instrumento eficaz para ir al centro de todas las cuestiones a través de las preguntas.
La reflexión por principio
Lo paradójico es que el objetivo de la pregunta está más allá de la respuesta. No importa tanto la respuesta en sí, sino lo remueve para contestarla, la información a la que se accede, la reflexión que se genera y la conclusión a la que se llega. En realidad el cliente no contesta al coach, sino que se contesta a sí mismo.
Puede ocurrir que el cliente no encuentre respuestas en el momento presente. Y, afortunadamente ocurre con cierta frecuencia y puede ser un síntoma de que está accediendo a una reflexión nunca antes hecha o que necesita más tiempo para buscar, procesar, juzgar, reflexionar y elegir una respuesta. Siempre he pensado que la mejor pregunta es la que genera un silencio, porque no se puede contestar, porque la mente está ocupada en ver un paradigma o una creencia caer y asiste, mitad sorprendida y otra mitad temerosa a la adopción de un nuevo punto de vista.
Abriendo el baúl de las conversaciones evitadas
La técnica del avestruz no parece funcionar. La evitación no suele dar buenos resultados. Incluso a veces complica las cosas porque el tiempo puede jugar en nuestra contra. Imagina a alguien que tenga una dolencia física y por miedo a un diagnóstico médico preocupante decide no ir al médico. Cada vez tengo más claro que lo importante siempre vuelve y que no podemos pasarnos toda la vida evitando asuntos que nos de cierto reparo tratar.
Por eso te aconsejo que acudas a un coach profesional para ese objetivo que tienes pendiente, para esa mejora que quieres implementar en tu vida, para esa reflexión en voz alta que necesitas hace años, para esa decisión que no te atreves a tomar.
Nada tienes que perder. Nunca lo reflexionado es tiempo perdido y te puede servir para descubrir que necesitas ayuda adicional de otro profesional (un psicólogo, asesor, consultor, etc.) o formarte en determinada materia.
Estás a una conversación de comenzar a hacer los cambios que siempre quisiste en tu vida. En subir al próximo nivel. ¿Hablamos?
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